El Festival de Teatro Clásico triunfa con su primera producción propia
Con una dosis de sardonia acompañada de una buena ración de citronat. Así inauguraba El Rey de la Luna la programación de la XXVI edición del Festival de Teatro Clásico de Peñíscola, dispuesta, un año más, a impregnar de dramaturgia la Ciudad en el Mar durante las cálidas noches de temporada estival. Ensayos a contrarreloj para esta lectura dramatizada, la primera producción propia del Festival, con la que la compañía valenciana CRIT ha revalorizado la biografía ficcionada del dramaturgo y productor teatral Rafa Herrera.
Cierre de puertas y guiones en mano. Bajo la dirección de Anna Marí, las palabras de Pedro Martínez de Luna retumbaron de estreno, pasadas las diez y media de la noche, entre las paredes del Salón Gótico. Un veterano Joaquín Notario daba paso al relato bajo la coraza de un carismático Benedicto XIII, enrocado en sus trece y sometido a constantes intentos de envenenamiento durante su interpretación.
Junto a él, un equipo actoral de la talla de José Montesinos, como el médico Jerónimo de Santa Fe; Panchí Vivó, bajo las acotaciones de Domingo Dalava; Josep Valero, como su sobrino Rodrigo de Luna y Daniel Tormo, en el papel de Alamanno Adimari, acompañaron a Notario en la dramatización del texto.
Un auténtico thriller psicológico, basado en el pasado y transportado al presente, con el que la compañía puso en valor la ambición del ser humano, el dogmatismo y el lado oscuro del poder, y que se vio reforzado en escena con una ovacionada dramatización musical a cargo del propio Vivó.
La fuerza intrínseca del diálogo, así como los efectos sonoros, la ambientación y el silencio, mantuvieron en vilo al público asistente a las dos noches de lectura. Una intriga latente que, pese al conflicto en escena, demostró que la historia del Papa Luna sigue, tras más de seis siglos, imborrable.
Y es que todavía se desconoce si El Rey de la Luna se extenderá más allá de las murallas del Castillo. Tampoco si terminará por convertirse en una producción mayor. No obstante, el espectador tendrá la oportunidad de seguir deleitándose, tras esta pequeña carta de presentación, de un Festival de Teatro Clásico que, edición tras edición, también se mantiene en sus trece.