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ENTREVISTANDO A LOS CLÁSICOS: SERGI BELBEL

ENTREVISTANDO A LOS CLÁSICOS: SERGI BELBEL
Enric Cambray en Hamlet.02
13 de Julio de 2025

Hamlet para el teatro, y el teatro para Hamlet.

Tras toda una vida en el teatro, Sergi Belbel regresa al principio con una nueva mirada dirigiendo la segunda parte de la que será su propia versión de Hamlet. De la mano de Enric Cambray, se sumerge en el segundo acto como si fuera la primera vez para reivindicar la comedia escondida detrás de los versos más conocidos de la historia del teatro, haciendo, en realidad, un homenaje al arte de los escenarios. 

 

¿Por qué, en este punto de tu carrera, tras haber escrito -y recibido numerosos reconocimientos-, enseñado, dirigido espectáculos e incluso un teatro, llegas a Hamlet?

La verdad es que es una obra que me ha perseguido desde que era bastante joven… De hecho, tendría unos 17 años cuando tuve mi primer contacto con Hamlet. Fue un montaje muy bueno, en catalán, una puesta en escena con muchos medios y un gran actor, y ya entonces me impresionó mucho. Recuerdo que me quedé pillado por la historia, aunque, confieso, no la acababa de entender. Unos diez años más tarde, cuando me dedicaba profesionalmente al teatro, lo volví a ver en el Festival de Avignon, en Francia, puesto en escena por uno de los grandes directores europeos del siglo XX y parte del XXI, Patrice Chéreau. Hizo el Hamlet integral en francés, cinco horas en el Palacio de los Papas, y esa noche ahí recuerdo tener un impacto que pocas veces he vuelto a sentir viendo una obra de teatro de texto. Me emocioné, lloré, pasé cinco horas maravillosas, pero es cierto que no llegaba a entender la totalidad del texto. Salí de allí, y recuerdo pensar: Yo nunca montaré esta obra.

 

Pero has roto tu promesa. 

Mi promesa se mantiene, pero se mantiene como director, no como autor, porque, en realidad, estos Hamlet son casi una declaración de amor de yo como autor al gran autor de la literatura universal dramática de todos los tiempos, que es Shakespeare. Son una confesión de amor, y un intento de entender la obra.

 

¿Y cómo llegas a montarla, entonces?

Fue por Enric. Un día, hablando con él, le dije: “Oye, Enric, tú eres muy bueno, eres un actor muy completo, tienes sentido del humor, una dicción casi perfecta, mucha presencia… ¿cómo es que no trabajas más?” Y él me contestó: “Bueno, ya sabes, la crisis del teatro, las familias, si estás aquí no estás allí, no te conocen… Y, además, ya se me está pasando la edad. Nunca voy a interpretar a Hamlet”. ¡Claro! Acababa de citar una de mis obsesiones, porque yo tampoco iba a montar nunca Hamlet. Entonces pensé que quería probar algo: Nunca voy a montar Hamlet como director, ¿pero qué pasa si como autor cojo a este actor que me gusta tanto e intento hacer algo monologado? Y, pensando en Enric (porque es un actor que tiene mucha vis cómica, mucho sentido de la teatralidad…) se me ocurrió ponerlo como un comediante de stand-up comedy, diferenciando al actor y al comediante.

 

Por lo tanto, Enric ha sido una pieza fundamental del proceso de creación. 

Absolutamente, aunque tengo que decir que él no ha participado en la escritura del texto. Yo empecé a escribir un poco antes de la pandemia, y confieso que, para mí, fue una etapa estupenda para meterme en ello, porque claro, no podía hacer nada más, y entré de lleno. Escribí durante toda la pandemia, y, aunque mi idea era hacer un solo espectáculo, el primer acto fue dándome tanto de sí, que decidí empezar por ahí. Salió un monólogo de dos horas, algo que parecía una cosa muy desmesurada. Entonces, un día, llamé a Enric y le dije: “¿Te puedo leer una cosa? ¿Tienes dos horas libres?” (Porque me gusta leer mis propios textos.) “Sí” “Vale, escucha esto”. Cuando acabé de leer, levanté la mirada, y vi que estaba casi llorando, de emoción. Dijo: “Qué bestia”. “Vale, pues esto es para ti.” A partir de ese momento, Enric fue entrando e iba haciendo sugerencias. Es decir, él no participa en la creación textual, pero sí que participa, y mucho, en lo performativo, aunque, conociéndole, es cierto que yo anticipé algo en el texto, porque era a medida para él. 

 

¿Cómo se recibe vuestra nueva propuesta de Hamlet?

Al principio, lo enviamos a varios teatros, pero nadie aceptó la propuesta, hasta que encontramos un espacio muy pequeño en Barcelona. Y el estreno fue toda una sorpresa. Tuvo muy buena acogida, tanto que pasamos de hacer el 01 en el circuito Off de Barcelona, a coproducir el 02 con el Teatro Nacional de Cataluña. Yo creo que el texto leído puede asustar, pero Enric es capaz de darle una dimensión que hace que sea muy atractivo para los espectadores. Aunque no es un espectáculo fácil, porque intentamos que la densidad del original se mantenga, la gracia y el ritmo lo hacen muy llevadero. 

 

¿Te atreverías a decir algo que el espectador se lleve de esta versión, que no esté en otro Hamlet?

Creo que se quedan con el sentido del humor, el cinismo. Sí, porque muchas veces lo trágico de la historia, lo puramente dramático, incluso el peso de la dimensión filosófica del texto, lo eclipsa. Porque, aunque nuestro Hamlet mantiene ese debate, construye un reflejo del juego y el sentido del humor desgranando prácticamente cada réplica. La obra, al final, es una reflexión sobre el lenguaje. Creo que este código queda muy claro en el 01, aunque siempre es algo presuntuoso afirmar esto sin ser espectador.

 

¿Cómo cambia Hamlet.01 respecto a Hamlet.02? ¿Se entienden por separado?

Se puede ver el 02 independientemente, no pasa nada, pero es cierto que puedes disfrutarlo más teniendo en mente la obra, porque Enric le da una nueva dimensión. Además, esta segunda parte evoluciona, e irá más allá en las siguientes. En este caso, tiene que ver con el nivel de interpelación al espectador, porque, sin violentar, es mayor. El público está más integrado y conecta más con la obra, porque empieza toda la parte del teatro dentro del teatro. Como Las meninas, en las que el pintor está dentro de la pintura. Y una vez que aparece el teatro en la obra, ocupa una posición importantísima, aunque represente una contradicción maravillosa; me refiero a que la obra que se representa sucede en el siglo XII en Dinamarca, pero está escrita en el año 1600. Shakespeare está apelando a un pasado que considera maravilloso para explicar algo de su presente. Pero, aunque Hamlet sí fue un rey que existió, hijo de otro rey, se ve que no es de su tiempo ni su tierra porque allí no había teatro, y él, en la obra, se refiere a compañías ambulantes, ¿sabes? El apogeo de la teatralidad es algo de su tiempo, de la época isabelina. Es un auténtico contrasentido desde el punto de vista histórico: está haciendo un anacronismo, igual que nosotros lo hacemos contando esta historia a los espectadores del siglo XXI. 

 

¿Y qué crees que explica este segundo acto de Hamlet al espectador del hoy?

Sin duda, el poder del teatro. Me refiero, desde hace ya muchísimos años, todo el mundo vaticina que el teatro va a desaparecer. Y, en realidad, lo que está ocurriendo es todo lo contrario. Con la irrupción de lo digital, el teatro se está revalorizando más que nunca. Es un sitio donde tu móvil me asquea, me perturba, es un problema. Es un lugar en el que no hay tecnología, porque, sí, puedo poner una proyección o hacer una iluminación más sofisticada, pero eso ayuda, complementa o da calidad, pero no construye la teatralidad. La esencia de nuestro arte es la nada entre los que actúan y los que contemplan, la nada que se propaga sólo por el aire. Lo que hace la obra buena es un texto potente y una interpretación impactante, nada más. Solo con eso puedes llegar mucho más lejos que con TikTok. Es decir, reivindico ese poder al que Hamlet se refiere cuando habla del teatro, un lugar donde todavía hay libertad, donde todavía se pueden contar cosas, donde todavía puedes impactar a alguien gracias a lo vivo, a lo directo, a la emoción compartida. Esa vigencia es la que nos conecta con Hamlet.

 

Si tu objetivo es ir desgranando Hamlet, ¿qué esperas para el futuro y las siguientes partes?

De momento, van a estar girando a la vez el 01 y el 02, y en una ocasión los hicimos seguidos. Eso fue maravilloso, pero muy cansado, porque al final acaba siendo un monólogo de 5 horas con pausa. Y el futuro… Si el 02 tiene esta innovación con el público, el 03 tendrá que dar un salto todavía mayor, porque es el momento en el que ocurre todo: El monólogo de “Ser o no ser”, el teatro dentro del teatro, la gran escena con Ofelia, la muerte de Polonio. Es la cima de la montaña. No sé todavía cómo será ese paso, pero sí puedo decir que se retrasará, porque, por ejemplo, estrenamos el 01 en el Teatro Español en mayo. Aun así, yo no me quiero morir sin hacer el 5, o incluso una función de 10 horas de monólogo en el que, al final, todo se acabe: el actor, todos sus personajes, el autor, el público, e incluso el teatro.

 

Xiana Arias

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