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ENTREVISTANDO A LOS CLÁSICOS: ANA LÓPEZ SEGOVIA

ENTREVISTANDO A LOS CLÁSICOS: ANA LÓPEZ SEGOVIA
Susana Martín, La Reina Brava de Las Niñas de Cádiz
17 de Julio de 2025

Shakespeare con acento gaditano Desde el eco de un crimen real hasta las sombras de Macbeth, Las Niñas de Cádiz regresan a los escenarios para llenar de fiesta, humor y pulso andaluz los moldes de la tragedia clásica. En La Reina Brava, se acercan a Shakespeare no para repetirlo, sino para recordarnos que lo que nos duele, nos mueve o nos empuja hoy, no es tan distinto de lo que estremecía a los personajes de entonces.

¿Cómo surge la idea de escribir La Reina Brava? Porque no es una adaptación directamente.

En los últimos años, nosotras hemos trabajado con los clásicos grecolatinos de varias formas. Por ejemplo, Las bingueras de Eurípides es una revisión del mito de las Bacantes o, con El viento es salvaje, lo que hicimos fue convertir una historia contemporánea en una tragedia griega, y por eso aparecían personajes como Fedra, Medea, el coro… Estábamos convirtiendo a mujeres contemporáneas en heroínas trágicas.

En el caso de La Reina Brava, ya hacía un tiempo que una buena amiga me había preguntado que cuándo íbamos a hacer un Shakespeare, así que lo tenía en la cabeza, aunque no pretendía forzarlo. Más tarde, me encontré con un suceso que ocurrió a principios de este siglo XXI, un asesinato, y, de pronto, me dije: Esto sí que puede ser el punto de partida para hacer un Shakespeare. Esa fue la primera semilla. A partir de ahí, me documenté y empecé a transformar el suceso, que se convirtió en una anécdota de la cual surge la historia porque, en realidad, se mantienen los personajes, pero el resto… 

 

¿Cuál había sido tu contacto con Shakespeare antes de esto?

No había tenido mucho. Lo estudié en Corazza, y lo había trabajado profesionalmente una vez en mi vida, en un montaje de Sueño de una noche de verano. ¡Pero para nada soy una experta! Yo defiendo que para hacer un montaje no tienes que ser especialista, ni conocerlo absolutamente todo, ni tener el recorrido más largo del mundo, aunque es cierto que, en cuanto me propuse hacer esta obra, me puse las pilas y empecé a estudiar. Sobre todo, leí mucho y vi montajes de The Globe Theater. En seguida me di cuenta de que lo que más me interesaba era la vena popular. Son obras de teatro que se representaban para todo tipo de público, la gente está de pie, los actores les interpelan directamente, rompiendo la cuarta pared sin escrúpulos… Y, justo ahí, es donde he buscado el anclaje: Yo no soy una experta ni pretendo descubrir una nueva visión de Shakespeare, pero conozco y conecto con el teatro popular y aquello que representa.

 

De hecho, venís justo de ahí. 

Claro, todo surgió de La Chirigota de las Niñas. Éramos una de las primeras agrupaciones de mujeres que salía a las calles de Cádiz a cantar, a cantar con el público, en las fiestas, las borracheras, empapadas de tradición… Nuestro deseo siempre ha sido trasladar ese sentido de la fiesta profunda que se vive en las calles del carnaval al escenario, devolviéndole al teatro su sentido antiguo y primitivo: una fiesta, una fiesta con el público, una catarsis. Recurrimos a los grandes mitos clásicos de la literatura porque están en lo colectivo, y en las personas siempre queda algo de ellos, aunque esté dormido. Por eso siguen funcionando.

 

Ya tenías experiencia trabajando con clásicos grecolatinos. ¿Cómo ha sido esta vez el proceso? ¿Ha habido diferencias? 

En realidad, Shakespeare tiene mucho que ver con los griegos y romanos, aunque pienso que requiere un trabajo más sutil de psicología, muy relacionado con el teatro contemporáneo, y que, al principio, me asustaba un poco. Sin embargo, al entender los textos más allá de las palabras, empapándome de su naturaleza escénica y su lado más popular, encontré la manera de pasar sus formas y personajes por Cádiz, por nuestra historia y por la realidad española. Al final, aunque todo parezca mucho más complejo, Lady Macbeth podría ser una mujer que lo único que quiere es que su hija apruebe una oposición, ¿sabes? Traer Shakespeare a España de esta forma supone acercarse a Berlanga o Rafael Azcona, haciendo un espectáculo más prosaico de lo que se espera, que mantiene el humor negro y la naturaleza transgresora de los carnavales. 

 

Más allá del teatro popular, ¿qué te ha permitido unir todos estos universos?

La fascinación por los personajes amorales, que es algo que nosotras cultivamos desde hace mucho tiempo: nos fijamos en esas personas que se sienten por encima del bien y del mal. Por ejemplo, en Las Bingueras de Eurípides hay una señora que ha asesinado a su hijo, pero, al final, ¿es buena o es mala? Siempre nos han interesado los personajes que se mueven en esos límites ambiguos, y los de Shakespeare están ahí, poniendo sus pasiones por encima de todo, sin ningún tipo de aleccionamiento moral. Por eso son posibles Ricardo III o las brujas de Macbeth. Y, aunque en La Reina Brava seguimos moviéndonos en el terreno de lo grotesco, esta construcción de personajes está más matizada. Supone un paso más en el recorrido de la compañía. 

 

¿Cómo ha sido el proceso de creación hasta llegar al resultado final?

Tuvo varias partes. Al principio, Alejandra López, Rocío Segovia y yo hicimos un “taller de dramaturgia”, en el que estuvimos imaginando cómo podíamos construir esta obra, cómo organizar los sucesos, la información… Después, yo me encargué de escribirlo, y presenté una serie de bocetos, que ya tuvieron muy buena acogida en la compañía. A partir de aquí, fuimos puliendo a medida que hacíamos lecturas y analizábamos lo que ocurría. Fue un proceso de depuración, en el que, sobre todo, cambié estrofas cultas por populares en una búsqueda del humor. Por último, empezó el proceso de ensayos, sobre el que seguimos puliendo hasta llegar a la propuesta definitiva. Ha sido un proceso duro, porque era muy arriesgado y se trata de algo nuevo, algo que todavía no conocíamos. También ha sido muy apasionante.

 

¿Tienes algo en mente ya para el futuro?

Sé que todavía me queda mucho por aprender, pero no tengo nada cerrado. No me gusta condicionarme, sino estar abierta a todas las posibilidades. Creo que si diriges tu creatividad, es probable que te pierdas sorpresas por el camino. Yo confío más en la intuición que en la cabeza. Mientras tanto, van a convivir varias obras de la compañía, dándole al público la posibilidad de acercarse a todas ellas simultáneamente, y son muy distintas entre sí. 

 

Xiana Arias Menor