Poema inspirat en l'obra Ifigenia, de Cía. Maribel Mesón i Festival de Teatro Clásico de Mérida
Pérgamo, oh ciudad de piedra erguida,
muralla antigua de la tierra herida,
donde la doncella, sombra y fuego,
cierra el cerco y alza el ruego.
Frigia te nombra, patria desolada,
la sangre brota en cada encrucijada.
Los muros tiemblan bajo su pisada,
la doncella acecha — espada sagrada.
Cortará gargantas, sin piedad ni duelo,
pues su justicia no desciende del cielo.
Desde la cumbre sacudirá la roca,
y la tierra abrirá su hambrienta boca.
Los hombres caerán, sus casas tragarán,
el grito de ella todo lo cubrirá.
Gime la voz: tienen la reina de Príamo,
presa en su torre, en manos del amo.
Tienen a Helena, hija de un dios traidor,
que sembró en la tierra solo dolor.
Fue su rostro quien trajo esta guerra,
quien convirtió la gloria en negra tierra.
Pérgamo, ciudad que el dolor enseña,
serás lección que la doncella enseña.
Pues el sufrimiento no llega en vano:
golpea una vez… y luego con la mano.
Y todos sabrán, con llanto en la piel,
que el precio se paga con fuego fiel.
No es castigo, es ley que se repite:
el alma que hiere, el mismo filo se quita.
El Señor lo sabe: se recibe lo que se da.
Y eso mismo, oh, Pérgamo, te llegará.
La doncella servirá, sin temor ni consuelo,
un infierno ardiente hecho de tu suelo.
Ni la torre, ni el templo, ni el altar,
podrán la furia de la virgen parar.
Con mano firme y rostro encendido,
traerá la muerte al pueblo dormido.
Helena, hija del rayo y del desdén,
causa maldita del primer edén,
será el banquete de esa venganza:
su cuello, su carne, la fiel balanza.
La reina caída será sacrificio,
la hija de Zeus, el último juicio.
Y Pérgamo, en llamas, gritará su fin,
devorado por lo que engendró su festín.
"Samy Frangipane" (Soufiane Et Tahery)
